De la mano de Jani Pietsch, conocí al pintor judo-alemán Max Liebermann (1847-1935), uno de los principales representantes del impresionismo alemán, y empecé un nuevo viaje de conexiones más allá del tiempo y el espacio.
Jani fue una mujer extraordinaria, artista plástica e historiadora berlinesa con quién tuve un vínculo muy especial que atesoro y agradezco infinitamente. Las circunstancias del destino no me permitieron llegar a tiempo para conocerla personalmente. Tristemente en Julio del 2020 y tras luchar contra una dura enfermedad Jani Pietsch dejó este plano físico para trascender. https://www.ilanalamstein.com/hasta-que-no-estes-en-su-lugar-colaborando-jani-pietsch-marie-rolshoven-dmao
Un mes antes de su partida física, le pedí que me enviara una foto personal para incluir en el libro en el que estaba tan integramente presente y que estaba por publicar ( Hasta que no estés en su lugar" Huellas del Holocausto Judío en la memoria de Mónica Wartenberger, hija de sobrevivientes https://www.ilanalamstein.com/product-page/hasta-que-no-estes-en-su-lugar), y me envió ésta, desde la Villa de verano que el pintor poseía a orillas del lago Wannsee.
Jani, me había contado que era un lugar maravilloso, un espacio rodado de plantas y flores en donde funcionaba un centro cultural de arte, y se exhibían obras del artista junto a documentación histórica sobre la casa y su vida personal.
El jardín, concebido por el propio Liebermann en colaboración con Alfred Lichtwark, director de la Sala de Arte de Hamburgo (Kunsthalle de Hamburgo) se convirtió en sus últimos años, en uno de los escenarios más retratados. Este entorno soñado quedó inmortalizado en cientos de sus lienzos, en donde plasmó momentos de la vida cotidiana y familiar; y le dedicó a su nieta María pinceladas de ternura llenas de luz y de color.
El “castillo junto al lago” como el propio Max Liebermann lo llamaba fue construido en 1909 por encargo del pintor al arquitecto Paul Otto Baumgarten. Aquí el pintor encontró un ambiente íntimo e inspirador para desarrollar todo su talento hasta el final de su existencia en Febrero de 1935.
Poco a poco, me enamoré de la obra de Liebermann, de su paleta de colores, de la delicadeza de su trazo y la armonía de cada composición. En especial me cautivó su capacidad para “retratar sensaciones” invitándome a entrar en ese pequeño mundo proyectado en cada cuadro.
Tiempo después de que me hiciera llegar esa fotografía, viajé a Alemania en el marco de un programa abocado al recorrido histórico sobre la vida judía en el país, y conocí este majestuoso lugar lleno de historia, amor y de dolor. Y me volví a conectar con Jani, con el regocijo de la naturaleza y con tiempos felices.
Esta foto me la tomé en la misma terraza en donde años antes Jani había estado.
Apenas llegué a la villa sentí una energía envolvente que me atrapaba a permanecer en el lugar y que me conectaba con esas “sensaciones” que experimentaba al contemplar sus pinturas.
Me dejé llevar por la ensoñación y me transporté en el túnel del tiempo, a los momentos de la vida familiar y al placer del artista embebido en un estímulo sensorial fascinante . Me imaginé lo que podría haber sido su vida y la de los suyos, si el nazismo no hubiese irrumpido en Alemania, para más tarde extenderse como un manto oscuro sobre el resto de Europa.
Max Liebermann falleció años antes de las masivas deportaciones nazis. Sin embargo sufrió la persecución y sintió en carne propia las primeras leyes raciales impuestas por el régimen nazi hacia los judíos.
En 1920 Liebermann había sido elegido presidente de la Academia Prusiana de Artes en Berlín, y con el ascenso del nazismo fue excluido como todos los judíos de los ámbitos sociales y académicos, y se vio obligado a renunciar a su cargo como presidente de la Academia. Su extraordinario arte fue considerado por el régimen como “arte degenerado”, apareciendo en la nómina de artistas de la “ Entartete Kunst”.
En 1932 su hija Katharina Riezler née Liebermann (Käthe), huyó de Alemania junto a su marido Kurt Riezler y su hija Maria , encontrando refugio en los Estados Unidos. Martha Liebermann née Marckwald se resistió a dejar en un comienzo Alemania y más tarde el régimen nazi boqueó la salida del país y le fue imposible escapar.
En 1943 antes de ser deportada al campo de exterminio de Theresienstadt, se quitó la vida en el departamento que poseían en Berlín. Los bienes de la familia Liebermann fueron confiscados y las obras de arte robadas por el régimen nazi.
Esta placa ubicada en el piso al pie del edificio donde la familia vivía y Martha Liebermann se suicidó, la recuerda.
En 1995 se crea la Sociedad Max Liebermann, con la finalidad de ocuparse de la reconstrucción de la Villa y su jardín. A partir del 2006 la Villa abre sus puertas como Museo, combinando arte, arquitectura y paisajismo.
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