El plácido semblante de su figura y la suave fineza de su modo de hablar, hacen de Irina Raffo un ser humano encantador y profundo. Es la única nieta mujer de Eva Balog - nacida en Uruguay junto a su hermana Ana Z"L - quién fuera la única uruguaya asesinada en la oscuridad del infierno de Auschwitz. “Intermitencias”, su último proyecto cinematográfico, surge de su sensibilidad y necesidad personal en la que reconstruye - a través del relato y las memorias de su abuela - la historia de ella y la de Ana, el destino de una y otra y los sentimientos de Eva encapsulados ante el dolor.
En el 2009 Ana Jerozolimski publicó una entrevista que le hiciera a Eva. Hoy es su nieta la que rescata estas historias y las proyecta, con el valor testimonial que sólo las charlas sin tiempo con su abuela le confieren.
Su abuela siempre le habló sobre la guerra, nunca fue una historia que se mantuvo oculta para la familia. Irina recuerda desde niña, sus ansias por entender – por momentos de forma obsesiva - lo que había ocurrido durante aquellos años en Europa. El regalo de su madre a muy corta edad del “Diario de Ana Frank” y los relatos de su abuela sobre su dura y difícil vida, fueron calando en la avidez de Irina por conocer más acerca de la Shoá.
Esa especie de “memoria familiar” en una “búsqueda individual” y en solitario, impulsaron su conexión con dicha temática desde un punto de vista artístico, expresando “contenidos que tenía dentro y necesitaba procesar”. Viajó con su abuela a Budapest y fue en ese viaje que por primera vez entró a una sinagoga. Irina habla de una “memoria genética” , de percepciones y sensaciones que van más allá de las palabras, de decisiones no conscientes, que la conectan una y otra vez con su identidad judía.
Irina es una aventurera y una amante de su trabajo. Es Lic. en Comunicación Social por la Universidad Católica, actualmente reside entre Montevideo y Buenos Aires, en donde cursa cine en la Universidad de Torcuato Di Tella. Con apenas 35 años, tiene en su haber una rica trayectoria, que incluye exposiciones fotográficas individuales y colectivas, premios y una multifacética formación artística por distintos escenarios del mundo.
Toda historia tiene un comienzo……
La madre de Eva y Ana – Cornelia Frenkel – provenía de una familia judía ortodoxa mientras que su padre Seguismundo Balog era cristiano convertido al judaísmo. Dada la complejidad de esta relación la pareja se traslada de Hungría a Uruguay en donde nacen las niñas, Eva en 1928 y Ana en 1930. Más tarde el matrimonio se separa y Cornelia decide - ante a una situación económica apremiante - volver a Hungría con sus hijas de dos y un año.
En Hungría…….
Al llegar a Hungría Cornelia no puede hacerse cargo de la crianza de sus hijas y las entrega en adopción. Eva es criada en Tokai (Tokaj) a 250 kms de Budapest con una hermana de su mamá, mientras que Ana es enviada a la casa de su abuela materna en Ocs. Eva crece en el hogar de la familia Elias - judíos comunistas alejados de las tradiciones, mientras que Ana se integra a la familia Frenkel arraigada a las prácticas ortodoxas.
Eva sobrevive la guerra, no así su familia adoptiva ni la de Ana, quién es deportada a Auschwitz. Eva escapa en un tren hacia Budapest en busca de su madre. Con ella se reúne en la Embajada de Argentina en donde trabajaba, y desde allí emprenden la huída a Suecia, para finalmente regresar a la Argentina.
Su vínculo con Ana fue casi inexistente -apenas se vieron dos veces en su vida - pero las marcas de la vida y la muerte quedaron selladas para siempre en las memorias de Eva.
Irina, me gustaría preguntarte cuales fueron – a tu entender - las circunstancias que llevaron a tu abuela a contar la historia de su hermana.
Dentro de la familia, no recuerdo exactamente cuando fue que mi abuela habló o contó la historia de Ana por primera vez, sé que el relato siempre estuvo presente de alguna forma u otra, y personalmente yo siempre quise saber más; en diferente momentos a lo largo de mi vida, le pedí que me contará cómo fue todo, siempre sentí la necesidad de comprender y saber más. Fuera del entorno familiar, mi abuela también habló públicamente de la historia de su hermana; tengo muy presente una gran entrevista y magnífica investigación que realizó Adriana Loeff para Galería y algunas notas que se publicaron cuando se llevó la partida de nacimiento de Ana Balog a la Yad Vashem en Israel o cuando se colocó la placa conmemorativa de Ana Balog en el Memorial del Holocausto del Pueblo Judío en Montevideo.
¿Desde qué perspectiva “Intermitencias” busca rescatar la historia de vida Ana?
Más que una película, Intermitencias podría considerarse como un ensayo de reconstrucción de la memoria familiar, un estudio que intenta comprender cómo recordamos, cómo contamos, cómo opera la memoria dentro de una familia y fuera de ella. Se trata de una película en proceso, donde se van integrando diferentes recuerdos y relatos. Dentro de este mecanismo, por el momento, llegamos a la historia de Ana, a través del relato de supervivencia de Eva y de mi propio acercamiento a su testimonio.
Actualmente estoy organizando la producción de la segunda parte de la película; seguramente viaje a Polonia y Hungría en Marzo 2018 y allí seguramente llegue a la historia de Ana de una forma más directa.
¿Por qué “Intermitencias”? ; ¿Cuál es la idea subyacente que buscas traslucir en este término?
El trabajo sobre el proyecto siempre estuvo acompañado de diversas lecturas. Uno de los libros que más marcó el trabajo es La Supervivencia de las luciérnagas, de Didi- Huberman, donde se cita un artículo del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini en el cual se habla sobre las luciérnagas, que se caracterizan por un tipo de iluminación intermitente.
Me imaginé entonces, que de alguna forma la imagen (o la historia) podría estar en el pasaje de la luz, de la presencia a la ausencia, en ese espacio misterioso, que podría guardar información que uno desconoce... Por esta razón la película se proyecta en dos pantallas, y las imágenes circulan o pasan de una pantalla o otra, de forma intermitente (como luciérnagas), para dejar en ese tránsito, la posibilidad que cada espectador pueda realizar su propio montaje o relato.
¿Cómo fue tu proceso de investigación y en qué fuentes te apoyaste para “edificar” sobre ellas el relato testimonial de tu abuela?
La fuente principal de este relato es el testimonio oral de mi abuela Eva y mi relación con ella; la relación abuela-nieta. Es decir que por un lado están los datos más fríos o históricos, fechas, lugares, de cómo y donde sucedió todo, pero por otro, lo más importante, y sobre lo cual se centra el proyecto, es mi relación con ese testimonio tan cercano, mi relación con la forma en la cual se puede contar esta historia de supervivencia, que cosas quedan, que desaparece.
El proyecto piensa de alguna forma dónde estoy yo también en todo esto, qué de todo aquello queda en mi generación, que se va con la generación de mi abuela, cómo podemos hacernos cargo o rescatar historias que están a punto de desaparecer, cual es nuestra responsabilidad como artistas para atesorar estos testimonios y darles voz.
¿En qué momento sentiste la necesidad de volcar esta historia de amor y dolor en un producto cinematográfico?
Creo que fue un proceso largo, que se fue gestado a lo largo de muchos años, Siempre sentí una conexión muy especial con mi abuela Eva y con su historia, y de alguna forma siempre estuve atenta a sus relatos. En determinado momento, cuando comencé a desarrollar profesionalmente mi obra fotográfica y audiovisual, naturalmente comencé a trabajar sobre temas que ya estaban allí latentes, ir hacia la historia de Eva fue algo que sucedió naturalmente, sin demasiada premeditación. Fue el resultado una necesidad de decir, de contar, de entender un poco más de la historia de mi familia y a través de ella, de mi propia historia y mis raíces.
Del punto de vista material; ¿Con qué recursos contás para costear esta producción?, ¿Por qué un collage de imágenes?
Intermitencias, es una película que se va filmando en partes, no se trata de un tipo de producción tradicional, con un presupuesto o plan de rodaje determinados a priori. Son más bien apuntes visuales, grupos de imágenes que voy filmando y editando. Yo me encargo de filmar, tomar el sonido y realizar el montaje. Ciertas partes del proyecto que se han filmado en México, en una residencia de artistas judíos latinoamericanos, han contado con el apoyo de Asylum Arts, organización que me invitó a participar del retiro. En Buenos Aires he contado con el apoyo intelectual y educativo de Laba Ba (Laboratorio de Cultura Judía de Buenos Aires) y con la tutoría y formación del Programa de Cine de la Universidad Torcuato Di Tella bajo la dirección de Andrés Di Tella (documentalista y director de cine argentino), en donde he trabajado y construido la película junto a un grupo de artistas y cineastas que han seguido el desarrollo de filme/instalación durante todo el año.
Más allá del relato y las vivencias; ¿Cuál es el mensaje que intentás transmitir en el film?
No puedo visualizar con claridad un mensaje en particular que quiera transmitir, ya que creo que la experiencia con una obra artística es muy personal, y cada espectador cuando se enfrenta a un trabajo, elabora su propio mensaje. Deseo sí proponer al espectador una experiencia diferente, un acercamiento nuevo al lenguaje audiovisual, y a través de esta herramienta, un contacto único y personalizado con la historia que se relata. También me interesa proponer un espacio donde la memoria se pueda desplegar, donde se pueda reflexionar y revisar una y otra vez lo que no puede ser olvidado jamás.
¿En qué medida la historia de Ana – tu tía abuela – es un canal para re-descubrir tu identidad judía?
En gran medida, este proyecto, y mi contacto con el testimonio de mi abuela, con sus relatos y con las investigaciones y lecturas que se han desplegado a lo largo del proceso de trabajo, son una revisión y un acercamiento íntimo con mi identidad judía que siempre sentí presente como algo que formaba parte de mi origen y de mi vida.
Si bien no tuve una educación o formación judía religiosa, siempre sentí una conexión muy especial con las tradiciones judías y la historia del pueblo judío. Mi relación con el judaísmo es una relación muy personal, que he establecido casi en soledad dentro de mi familia, ya que mi madre tampoco tuvo una educación judía o algún tipo de contacto con la cultura judía -más allá del contacto directo con su madre y su abuela.
Siendo la única hija mujer, me siento de alguna forma como un vehículo de supervivencia del judaísmo dentro de mi familia, no en su aspecto religioso -ya que no soy una persona religiosa-, sino en relación a la identidad de la cultura judaica y su conexión con nuestra historia familiar.
¿Cuáles fueron los aspectos del relato que te impactaron más y de qué forma construiste en tu interior la personalidad de Ana?
Lo que más me impacta de la historia es la expresión de una suerte diametralmente opuesta, un destino fatal por un lado y una historia de supervivencia por el otro. Como de dos hermanas con historias paralelas, criadas en el mismo país en diferentes ciudades, una logra salvarse y la otra es asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz.
Pienso en cuantas familias habrán corrido una suerte similar, pienso en la fatalidad del destino, en la muerte, en la vida, en el valor del testigo, en cómo yo jamás podré decir nada que pueda siquiera acercarse a aquello que vivió un testigo, que de alguna forma sobrevivió para serlo. Por esa misma razón es tan importante realizar este tipo de obras o operaciones de rescate.
Por último; ¿Sos capaz de distinguir una Irina antes y después de “Intermitencias”?
Todo el proceso de creación y de investigación que ha dado lugar a Intermitencias, generó grandes movimientos dentro mío, no sólo intelectuales, sino también sensibles y del orden de lo personal. Desde que comencé a trabajar en el proyecto, he estudiado mucho sobre el Holocausto, me he acercado al tema desde diferentes puntos de vista y he estado revisando cómo esta historia dentro de mi familia ha marcado mi propia historia y mi trabajo artístico. Como artista, toda obra a la cual me acerco y desarrollo, me modifica, como creador, siempre hay un antes y un después de una obra.
Nota para el Semanario Hebreo
Fecha de publicación: 2017
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